Mikaela Medina, de 14 años se bañaba en la playa de
Galveston, Texas, cerca de la orilla. Se encontraba de rodillas, en menos de
un metro de profundidad y a punto de impulsarse para nadar, cuando sintió
un golpe en la espalda. Sin sentir dolor, salió del agua, dirigiéndose hacia su madre, quien con asombro le dijo que tenía una herida con forma de dentadura y que sangraba por ella.