jueves, marzo 08, 2007

Salomón Jauli


Esto es algo que siempre he pensado: cuando los nadadores (entre ellos nuestro campeón David Meca) realizan esas tremendas travesías a nado, ¿ven tiburones? ¿piensan en ello, en como sería un encuentro? ¿les da miedo o se olvidan de ello?

He encontrado un pequeño testimonio al respecto en esta entrevista realizada a Salomón Jauli por el periódico mexicano “La quinta columna”.

Jauli es Director del Instituto Poblano para el Deporte y es toda una institución en el deporte mexicano. Actualmente con 59 años, fue un gran nadador mexicano de largas distancias, ha nadado en aguas de la Antártida, siendo el primero de su país en cruzar el Estrecho de la Mancha, el de Bering, y ha realizado muchos otros retos. Después de varios años sin hacer este tipo de competiciones, se plantea volver de nuevo al deporte activo cruzando en esta ocasión el Estrecho de Magallanes.

Este es el fragmento donde relata el encuentro con un tiburón cruzando el Estrecho de Gibraltar:

¿Alguna vez estuvo en riesgo o al borde de la muerte?


Sí, una vez creo haber estado así, en Gibraltar. En un entrenamiento para cruzar de España a África, como a tres kilómetros me encontré con un tiburón. Iba con un alemán, nadábamos juntos. No sé por qué sentí la sensación de detenerme, y el alemán también sintió lo mismo. Entonces, cuando vi al tiburón, vi la aleta que dio dos vueltas despacio.


¿Lo tuvo a cuántos metros?


Unos nueve o diez metros. Dio dos vueltas rodeándonos, y me puse como un palo, todo el cuerpo se me comenzó a entumir de miedo, y traté de doblarme como una pelota. Vi al alemán y vi que estaba igual que yo. Cerré los ojos y esperé la muerte. No sé cuanto tiempo pasó, y de pronto ya no había nada, se había ido. Me acuerdo que de ahí a la playa nadamos como si hubiéramos roto récord olímpico. No te imaginas cómo nadamos. Nunca en la vida había nadado tan rápido, si hubiera estado en una olimpiada la gano y rompo el récord. Iba nadando con una fuerza impresionante. Recuerdo que el alemán renunció, y que ya no iba a nadar, y le dije que yo tampoco, pero después mi esposa me convenció de que me diera una oportunidad, y lo volví a intentar, y fui el primer mexicano en cruzar el estrecho de Gibraltar.”